El oso Golosón |
Amanecía en el Bosque Mágico. Caía una gran nevada. Tragón, tras los cristales de la cabaña, miraba el paisaje. Impaciente, salió al jardín. No podía resistir más. Quería jugar con la nieve. Daba saltitos dejando sus huellas, hacía bolas que tiraba a lo lejos... Mientras tanto, la nevada arreciaba. Apenas se veía un palmo al frente. De pronto... –¿Dónde están los árboles? –se preguntó Tragón extrañado. ¿Y dónde está mi casa? –exclamó dando vueltas y vueltas sin ver otra cosa que copos de nieve. Tragón comenzó a andar. Pasito a pasito, tratando de no chocar contra un árbol, buscaba el camino a casa. Mucho tiempo después... Tragón, con las orejas gachas, temblando de frío, apenas podía avanzar. El viento soplaba fuerte, la nieve caía sin dejar ver nada. Estaba perdido, desorientado. No sabía volver a su casa y caminaba buscando algún lugar en el que refugiarse. Por fin... –¡Una cueva! ¡Hurra! –exclamó contento Tragón corriendo hacia ella. Esperaré aquí hasta que deje de nevar –dijo sacudiéndose la nieve que llevaba encima. Acurrucado a la puerta de la cueva, esperaba... –Zzzzzzzzz. Zzzzzzzzz Tragón contuvo la respiración. ¿Qué ruido era aquel? Miró a su alrededor, pero el interior de la cueva estaba muy oscuro. –Zzzzzzzzzzzzz Tragón, inquieto, se levantó. –Hola. ¿Hay alguien aquí? –preguntó Tragón en voz baja. –Zzzzzzzzzzzzzzzzzz –Hola. Soy Tragón –murmuró Tragón asustado. –Zzzzzzzz Alguien dormía en la cueva. Tragón comenzó a husmear. Olfateaba siguiendo un intenso olor cuando... se dio de bruces contra un oso dormilón. Tragón vio la luz. El oso era fuerte y grande, seguro que le ayudaría a volver a casa. –Señor oso, despierta –llamó Tragón dándole toquecitos con la patita. –Zzzzzzzzzzz –Señor oso... –insistió Tragón. –Zzzzzzzzzzzzz –Despierta. Soy Tragón –decía Tragón subiéndose a la barrigota del oso y tirándole de las orejas y de los bigotes. –¿Ya es primavera? –preguntó el oso desperezándose. –No –respondió Tragón después de pensar: primavera, verano, otoño... –¿Quién eres tú? –preguntó con voz de pocos amigos el oso. –Soy Tragón. Me he perdido en la nieve –contestó Tragón poniendo morritos, a punto de llorar. –¿Nieva? –preguntó enfadado el oso. –Sí. Nieva mucho y me he perdido y ahora no sé volver a casa –respondió Tragón. – Pero... ¿en qué estación del año estamos? –insistió el oso. –En invierno –dijo Tragón. –Zzzzzzzzz Sin decir una palabra más, el oso volvió a dormir. –Oso, no te duermas –pidió Tragón. –Soy un oso. Los osos, cuando llega el invierno, hibernamos. ¡Y estamos en invierno! –dijo enfadado el oso. –¿Qué significa hibernar? –preguntó curioso Tragón. –Dormir. Dormir en invierno –respondió malhumorado el oso. –¿Todo, todo el invierno? –preguntó asombrado Tragón. –Todo –fue la escueta respuesta del oso. –¿Y no te levantas para comer? –continuó Tragón abriendo mucho los ojitos. –Noooo –respondió el oso dando vueltas tratando de conciliar el sueño. –¿Y no tienes hambre? –dijo Tragón extrañado. –Como mucho el resto del año para poder dormir durante todo el largo invierno –respondió el oso. –Oso... –insistió una vez más Tragón. –Me llamo Golosón –dijo medio dormido el oso. –¿Me ayudas a volver a mi casa? –pidió Tragón con vocecita triste. –Cuando despierte te llevaré –contestó el oso Golosón casi sin voz. Tragón se puso contento. El oso Golosón le iba a llevar a casa. Daba brincos de alegría cuando... –¿Y... cuándo vas a despertarte? –preguntó Tragón intuyendo que no le iba a gustar la respuesta. –En la primavera –dijo el oso Golosón a punto de caer en un profundo sueño. –Si no llego a casa pronto, Trusky y mis amiguitos Flufy y Flafy se van a asustar mucho –decía Tragón cogiéndose las orejotas. –Silencio. Así no puedo dormir –protestó el oso Golosón. –Oso... –llamó zalamero Tragón. –Zzzzzzzzzzzzzzzz –Osito... –insistió Tragón acariciándole. –¡Grrrr! –gruñó el oso Golosón dando vueltas sobre su panza sin poder dormir. –Osito bueno... –insistía una y otra vez Tragón. –¿Qué? –preguntó el oso Golosón pacientemente. –Tengo frío, y hambre y miedo –se lamentó Tragón mientras se acurrucaba contra la barrigota del oso. El oso Golosón pensaba. Mientras no se fuera aquel perro, no podría dormir. Mientras, Tragón daba suspiritos de resignación. –¿Dónde vives? –preguntó el oso poniéndose en pie. –En mi casa –respondió muy triste Tragón. Con Trusky, Flufy y Flafy. –¿Y dónde está tu casa? –preguntó resignado el oso Golosón. –Muy lejos –dijo Tragón dando un largo suspiro. –Ya..., pero ¿dónde está? –insistió el oso Golosón. –Al pie del Manantial Puro –contestó Tragón tapándose los ojos con las orejotas para que el oso Golosón no le viera llorar. El oso pensaba. El Manantial Puro estaba muy cerca de la cueva. Tardaría unos diez minutos en llegar. Podría llevar a Tragón a su casa y continuar durmiendo. El oso Golosón se asomó a la entrada de la cueva. Nevaba mucho. Tragón no podría volver solo. Se volvería a perder en la nieve. –Sube a mi lomo. Te llevaré a casa, pero con una condición –dijo el oso Golosón. Tragón, ya en pie, con la lengua fuera y las orejas en alto, esperaba. –No te acerques a mi cueva hasta la primavera y no le digas a nadie que vivo aquí. No me dejarían descansar. ¿Lo cumplirás? –preguntó muy serio el oso Golosón. Tragón ya estaba encima del lomo del oso, agarrado a su pelaje. –Mua, mua –le daba besitos Tragón en la cabezota al oso. Fue un corto viaje. La cabaña estaba muy cerca y el oso Golosón conocía bien el camino. –¡Mi casa! ¡Mi casa! –exclamó feliz Tragón viendo al fondo su casita. Ya cerca, Tragón saltó al suelo y corrió hasta la puerta de la cabaña. De pronto... –¡Oso Golosón! –llamó Tragón retrocediendo. El oso esperó. Tragón corría hacia él. ¿Qué querrá ahora? –pensó. –Si no hago ruido, ¿puedo ir a cuidarte mientras duermes? –preguntó cariñoso Tragón. –Si no haces ruido y no nieva, sí –respondió enternecido Golosón. –Y... ¿puedo darte besitos? –continuó Tragón mimoso. –Bueno –fue todo lo que pudo decir el oso Golosón. Aquel perrito le enternecía, era un buen perro. –¿Bajas un poquito la cabezota? –pidió Tragón. El oso Golosón, sin saber para qué, bajó la cabeza hasta ponerla a la altura de Tragón. Tragón le abrazó y le dio un beso, muy, muy fuerte. –Eres un oso muy bueno –se despidió Tragón con pena. Cada uno emprendió el camino a su casa. Mucho tiempo después... Era primavera en el Bosque Mágico. El oso Golosón despertó de su largo sueño. Tenía hambre. De pronto... Algo llamó su atención. Frente a él, había una cesta con fruta y miel. Supo que Tragón no le había olvidado. |
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FIN |
C. Sánchez - 2006 |