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La rana Bartola hablaba y hablaba...
Había ido en busca de Trusky y sus amiguitos, y estos la escuchaban con mucha atención.
–...y el Anillo de la Sabiduría, ahora está en el fondo del Charco de las Ranas Saltarinas y por eso, el Sabio Rana ya no es el mismo, está muy triste –concluyó la rana Bartola.
–¿El Charco de las Ranas Saltarinas es muy profundo? –preguntó Trusky.
–¡Mucho! Ni el Sabio Rana ni yo hemos conseguido llegar al fondo de ese charco –respondió la rana Bartola.
–Quizá, con una caña de pescar y un anzuelo muy, muy grande... –propuso Tragón.
–Ya lo hemos intentado y no dio resultado –se lamentó la rana Bartola.
–¿Y con un imán muy grandote que atraiga el anillo? –preguntó Flufy.
–Se me olvidó deciros que el Anillo de la Sabiduría es de cristal –les informó la rana Bartola.
–Vayamos al Charco de las Ranas Saltarinas –propuso Trusky.
Tal vez por el camino se nos ocurra algo.
Y para allá se fueron, Trusky, Tragón con la rana Bartola en su cabezota, Flufy y Flafy.
–¡Buaaa! ¡Buaaaaa! –lloraba el Sabio Rana.
–Estamos aquí Sabio Rana. No llores, conseguiremos recuperar el Anillo de la Sabiduría –dijo cariñosamente la gatita Flafy.
–¡Qué desgracia más grande! –se lamentaba el Sabio Rana.
He perdido el Anillo de la Sabiduría. Ya no soy sabio y no podré ayudar a los habitantes del Bosque Mágico.
–El cangrejo Gordejo, con sus pinzas, quizá pueda bajar al fondo y coger el anillo –dijo Trusky.
–Ha estado aquí y ha bajado al fondo del charco, pero está tan oscuro allá abajo, que no ha visto nada –contestó la rana Bartola.
–¿Y si vaciamos todo el agua del charco? –propuso Tragón.
–Imposible –respondió triste el Sabio Rana. Hay mucha agua y además, el charco se secaría y perderíamos nuestra casa.
–¿Y si buscamos otro anillo? –preguntó inocentemente la gatita Flafy.
–No puede ser –respondió preocupado el Sabio Rana.
Ese anillo es mágico.
El Hada Luna, la que cuida de todos los seres vivos de este bosque, se lo dio al Gran Rana Verde para que ayudase a los habitantes del Bosque Mágico y éste, lo fue pasando a sus descendientes, y así fueron pasando los siglos hasta que llegó a mí.
–Pensemos en voz alta –propuso Trusky. Entre todos encntraremos una solución.
El charco es muy profundo –reflexionó Trusky.
–Muy profundo –respondieron todos a coro.
–¿Y quién puede sumergirse en él? –continuó Trusky.
–Alguien que nade muy bien –respondió la rana Bartola.
–¿Y quién nada muy bien? –preguntó Trusky.
–¡Los peces! –dijo Tragón meneando las orejotas.
–Pero allá abajo hay mucha oscuridad –les recordó el Sabio Rana.
–¿Qué se necesita para ver en la oscuridad? –continuó Trusky.
–Luz. Se necesita luz –contestó la gatita Flafy.
–Tenemos "pez" y "luz". ¿Y ahora? –preguntó la rana Bartola.
–¿Hay algún pez que emita luz para ver en la profundidad del río? –le preguntó Trusky al Sabio Rana.
El Sabio Rana pensaba. Todos esperaban en silencio.
–¿El pez luz? –interrumpió impaciente la rana Bartola.
–¡El pez linterna! –exclamó feliz el Sabio Rana.
–¡Bieeeeeeen! –exclamaron felices todos a una.
–No perdamos más tiempo. Vayamos al río –propuso Trusky.
Después de una larga, larga caminata...
–¡Pez linterna! ¡Pez linterna! –llamaban todos a la orilla del río.
Cientos de cabecitas asomaron en la superficie del agua.
–¿Qué queréis? –preguntó un gran pez.
–Buscamos al pez linterna. El Anillo de la Sabiduría del Sabio Rana se ha caído al fondo del Charco de las Ranas Saltarinas y no podemos sacarlo.
El pez linterna es el único que puede recuperarlo del fondo del
charco –respondió Trusky.
–¿Tan importante es ese anillo? –preguntó un pez chiquitín.
–Mucho –respondió la rana Bartola. Ese anillo es mágico.
Con él, el Sabio Rana puede ayudar a los habitantes del Bosque Mágico. Todos necesitamos ese anillo.
–Os ayudaré –dijo apareciendo el pez linterna que lo había escuchado todo. Pero... ¿cómo llegaré al Charco de las Ranas Saltarinas? –preguntó preocupado.
–¡Yo te llevaré! –dijo desde lo alto de un árbol el pelícano, que también lo había escuchado todo. Te llevaré en mi gran pico lleno de agua.
–¡Humm! ¿No me comerás? –preguntó inquieto el pez linterna.
–No me gustan los peces linterna –respondió el pelícano.
Y además, hemos de estar unidos por el bien de nuestro Bosque Mágico.
Y así fue como gracias a la ayuda de todos, el Sabio Rana recuperó el Anillo de la Sabiduría.
No fue fácil.
Allá abajo estaba muy, muy oscuro, tanto, que el pez linterna tardó mucho tiempo en encontrarlo. Pero gracias a su paciencia y su buena voluntad, su esfuerzo se vio recompensado y encontró el Anillo de la Sabiduría.
Todos estaban felices y tranquilos.
Ahora, el Sabio Rana, podría seguir ayudando a los habitantes del Bosque Mágico.
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